Eso sí, el mar daba muchísimo respeto, a pesar de que por las mañanas veíamos pequeñas barcas de pescadores cerca de la costa, las olas eran tremendas.
Hemos estado dos días simplemente tumbados en la playa, leyendo, dándonos un chapuzón en la piscina que está al lado de la playa, y oyendo el rugido de las olas. Parece que se hubiera detenido el tiempo.
Haremos una entrada sobre los hoteles con una especial mención a este, Good Karma.
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